El Pensamiento y la Atracción del Bienestar y la Riqueza

La forma en la que piensas determina directa y contundentemente que tan exitoso, feliz y pleno vives.

Suena el despertador, te despiertas, tu primer pensamiento da vueltas de manera intermitente entre lo complicado que se ve el día, que ya no aguantas a tu jefe y que tu espos@ se ha vuelto insoportable. Te bañas, desayuna un café y si bien te va un pan tostado más quemado y con sabor raro. Subes corriendo a tu auto, arrancas y a media cuadra olvidaste el reporte en tu escritorio por el cual te desvelaste la noche anterior, a regañadientes te das en reversa pero justo en ese momento sale el perro del vecino y por un pelo lo atropellas. Vas a 100 por hora y sientes que te tocan todos los semáforos rojos, entras al edificio del trabajo y ves que ya todos los cajones de estacionamiento están llenos y no hay lugar cerca. Estacionas y sales corriendo porque ya empezó la junta, entras después de 15 minutos de haber iniciado, y sientes como todos te recriminan con la mirada el retraso. Estás sudoroso, nervioso y presentas tu reporte. El jefe te hace pedazos y te exhibe ante todos tus compañeros. Te sientas pesadamente en tu silla y piensas: “¿Por qué me sale todo mal? No siento que vaya por el camino correcto para sentirme mejor en mi trabajo y con mi familia… Dios ¿Por qué me pasa todo a mí?”

Esto que parece algo trágico y cómico a la vez es una representación típica de lo que nos ha pasado a muchos, y a algunos, más veces de lo que desearían. Si de alguna manera sientes que es algo crónico y que día a día te sientes más debilitado, te invito a que hagas una reflexión: ¿Qué tipo de pensamiento rige tu mente?

Sí, efectivamente, esta pregunta es elemental para entender cómo tú eres capaz de crear el entorno en el que vives y te desenvuelves.

Para explicarlo debo ir más profundo y decir que además del raciocinio lo que nos diferencia de los animales es nuestro nivel de conciencia. Entendida como la capacidad de comprender de manera clara el cómo piensas, por qué piensas así y con ello comprender el cómo respondes a las situaciones de tu día a día. Es un hecho probado que las mentes subdesarrolladas son más materialistas, tienen puntos de vista cerrados y normalmente se dejan regir por sus bajos instintos. Estrechez de pensamiento, puntos de vista limitados, convicciones prejuiciosas y opiniones materialistas son señales de este tipo de mente. Por el contrario, las mentes desarrolladas son aquellas que tienen amplitud de pensamiento, puntos de vista tolerantes, convicciones sanas y concepciones que se expanden.

De acuerdo a Raymond Holliwell en su libro “Working with the LAW” la capacidad de generación de bienestar está directamente asociada a la conciencia que establecemos para elevar nuestra mente a través de 11 leyes que refuerzan nuestra capacidad personal de atraer la riqueza, el éxito y abundancia.

Cuando cambiamos los pensamientos tan firmemente con la idea de que no hay fallas, entonces esperamos éxito. Nuestra mente se fortalece con nuestra convicción y, como un imán, atrae a nosotros a través del principio confirmado, cualquier deseo que sea primordial en ese momento. Desear es esperar y esperar es lograr. Así que si tu pensamiento está situado en desear lo mejor pero no esperas lograrlo, ¿Qué crees que pase?

Por eso el nivel de desarrollo y conciencia de tu mente determinará el futuro de tu vida. Y para crecer la mente es claro y sencillo, hay que dejar que formes concepciones claras y convicciones fuertes desde el punto de los valores más altos que puedas alcanzar, para después proceder a actuar en consecuencia. Tanto se mejore y crezcan tus ideas e imágenes mentales, mejorarás y agrandarás tu mente. Cuanto mayor sea tu poder mental, podrás conducir mejor los asuntos de tu vida para usarlos y aprovecharlos al máximo.

Por eso te invito a que hagas el experimento: Desea el éxito y la abundancia para ti, espera y actúa con la mente clara en que lo lograrás, reafírmalo cada día y después me cuentas… estoy seguro que tendrás un resultado diferente para bien.

Escríbeme y cuéntame qué piensas de este artículo.

Ing. Carlos González Álvarez

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